En el año 2012 Marissa Mayer empezó como CEO del gigante de internet Yahoo!. Antes había trabajado en Google como Vice President después de haber entrado como empleada número 20 y un ascenso espectacular.
Pero en Yahoo! encontró su misión imposible. Las ventas en los años anteriores a su entrada habían bajado más del 30% pero aun así ella se propuso como objetivo devolver a Yahoo! la gloria de antaño y estar entre los Top5 empresas de internet. Hoy sabemos que fracasó estrepitosamente en su misión.
Todos los ejecutivos hemos pensado en la posibilidad de que el mero hecho de poner metas agresivas impulsa la empresa y hace que alcancemos lo que parecía imposible. No hablo metas ambiciosas, sino de metas agresivas, metas que a la primera parecen imposibles alcanzar. La lista de empresas conocidas que emplean o han empleado este tipo metas han sido Apple, 3M o Boeing. El libro del pensador Jim Collins, Built to Last, está lleno de ejemplos que consiguen el éxito debido a metas agresivas y propone esta práctica a todas las empresas, propone la creación de un BHAG (Big Hairy Audacious Goal).
El resultado es que muchas empresas o ejecutivos emplean metas estratosféricas para resucitar la empresa y volver a crear tracción. Pero esto no funciona, al menos no siempre.
Definición de qué es una meta agresiva
Antes de seguir en el análisis es preciso dar un paso hacía atrás para aclarar la definición de lo que es una meta agresiva o el BHAG de Jim Collins. Otros autores usan la terminología stretch goal y hay muchas otras que se refieren a lo mismo. Hay dos parámetros que hacen de una meta una meta agresiva en una empresa o un equipo:
- Extrema novedad: la empresa ha de emprender caminos y metodologías desconocidos para llegar a la meta
- Muy difícil de llegar: expectativas que van más allá de las capacidades actuales
Si la meta que se propone combina estos dos parámetros podemos hablar de stretch goals, metas agresivas o un BHAG.
Cuando usar metas agresivas… y cuando no
La revista Harvard Business Review (HBR) analiza en varios artículos entre el 2011 y el 2017 en qué caso es apropiado proclamar metas agresivas y cuando no lo es. Hay dos factores que determinan de forma clara cuando el uso de un BHAG tendrá un resultado positivo y cuando no:
- Resultados recientes: si en el pasado reciente la empresa o el equipo han alcanzado resultados muy positivos en este caso están bien posicionados para atacar de forma muy agresiva. Es el impacto psicológico que tiene el éxito: por ejemplo en equipos de deporte después de haber ganado importantes partidos los equipos se creen invencibles, y ciertamente lo son, con la moral muy alta. Parece un concepto intuitivo, cierto. Pero en las empresas la realidad es justamente al revés.
- Recursos disponibles: el segundo factor, no menos importante, es que haya recursos disponibles para ser innovador, poder pensar de forma creativa, absorber errores. Estos recursos podrán ser usados para emprender caminos desconocidos.
Intuitivamente los dos puntos no parecen una gran sorpresa, pero la realidad sorprende: son las empresas con menos recursos disponibles y sin éxitos recientes que más que cualquier otra empresa usan metas extremadamente ambiciosas. Daniel Kahneman y Amos Tversky demostraron en sus estudios con los que ganaron el Premio Nobel cómo el fracaso pone a los Ejecutivos en un estado de ánimo de búsqueda del riesgo. Las empresas que han fracasado en el pasado reciente al decidir la estratégia futura suelen escoger las metas agresivas y arriesgadas frente al camino seguro.
Cogiendo los dos parámetros (Resultados recientes y Recursos disponibles) para decidir la estrategia se dibuja el siguiente árbol de decisión:
Si la empresa busca metas muy agresivas en un momento cuando no es el adecuado pasan dos cosas:
- a corto plazo no aumentan los resultados porque no hay los recursos necesarios y los equipos no están motivados para emplearse a fondo
- a largo plazo la empresa corre un alto riesgo de generar aún más frustración en el equipo, pérdida de confianza en la empresa que al final se articulará en pérdida de talento o pérdida rendimiento general.
Resumiendo…
Para hacerlo constar: estoy a favor de metas ambiciosas e incluso agresivas – si se puede. Sin ellas la humanidad no habría visto ni el iphone, y tampoco habríamos puesto el pie en la luna, ni habría coches sin conductor.
Pero hay situaciones en las que la empresa o el equipo no están en el momento adecuado para proponer metas agresivas y cuando menos es más. En estos momentos lo correcto es renunciar a las metas agresivas, controlar el impulso escrito arriba y descubierto por Kahneman y Tversky y enfocarse en metas más alcanzables. A corto plazo dará los mismos resultados y a largo plazo la empresa saldrá ganando.
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